¿Has probado en Menorca el placer de sentarte a la fresca?

Una silla, una sombra, buena compañía,... sinónimo de bienestar, tranquilidad y calidad de vida. Menorca es uno de los pocos sitios que quedan en los que sentarse “a la fresca” es un verdadero placer.

Cuando escucho hablar de Menorca siempre se destaca el color turquesa de sus aguas transparentes, las calas vírgenes de arena blanca, los paisajes ocres del norte, …. Todo sugiere alegría, frescura y color.

Otra Menorca

Y dentro de esa Menorca está la otra. La que te permite descansar tranquilamente después de un día de playa, o de haber paseado por los caminos rurales, o de descubrir los yacimientos arqueológicos más conocidos.

Entonces llegas a casa. Una buena ducha refrescante. Coges una silla que colocas en la calle, justo al lado de la puerta de tu casa. Y con un refresco en la mano te preparas para hacer algo tan sencillo como ver pasar a la gente. Relajante, ¿verdad?

seure a la fresca

Mi vecino aprovecha para leer un rato al fresco de la tarde. Yo prefiero observar: aquella familia que busca un restaurante para cenar, el grupo de jóvenes que llegan de la playa con sus caras sonrosadas y sonrientes,…

La centenaria Coca rossa

Sentarse al fresco es una tradición que aún se mantiene y que va acompañada de un elemento casi imprescindible: la coca rossa. Una silla de lona plegable que diseñó un menorquín en 1920 y que fuera de la isla se la conoce como la silla “de director”.

Esta idea casi centenaria de Miquel Anglada, de Ciutadella, está ahora de moda. Sillas cómodas, de colores, resistentes. Un gran invento.

El vecino de la calle de al lado la tiene de balancín y, mientras lee el periódico, se deja mecer con suavidad. Es la Menorca “slow”, tranquila y suave.

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A veces, ya de noche, nos reunimos todos. Mientras se anima la tertulia, los niños juegan en la calle. Algunos días, compartimos cena. Ricos platos menorquines que hacen las delicias de todos.

Algunos transeúntes nos miran. Yo creo que se sentarían con nosotros y se dejarían llevar por la cadencia de la conversación que se apaga según pasa el tiempo. Es hora de acostarse.

Terrazas y patios

Cuando llegan los días de calor se abren todas las terrazas y los patios interiores de los establecimientos menorquines. Al atardecer, cuando el sol ya no es tan fuerte, la gente aprovecha la fresca brisa para descansar y relajarse.

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¿Quieres compartir esta sensación con tu pareja, en un pequeño hotel rural rodeados del olor de las flores, sentados mirando el cielo lleno de estrellas?. ¿O cerca de una bodega menorquina en una típica casa de campo restaurada para poder acoger todos los servicios que necesitas y un gran jardín para pasear al atardecer?. ¿Ya has comenzado a mirar las fechas de tus vacaciones?.

¿No te apetece pasar unos días en Menorca y probar el placer de sentarte al fresco y ver la gente pasar? Sin prisas, sin preocupaciones, solamente vivir. Si vienes de una ciudad grande será una agradable experiencia que igual nunca has sentido antes. Y querrás repetir.

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