¿Visitó Albert Camus Menorca?

San Luis, el pueblo de su abuela, nos abre camino a la costa sureste de la isla, suave y plana, con los característicos muros de pared seca que delimitan los caminos y nos llevan al mar, siempre presente en sus pensamientos.

La familia materna del escritor Albert Camus, premio Nobel de Literatura (1957), era de San Luis, un pueblo de Menorca fundado hace más de dos siglos por los franceses en honor al rey de Francia Luis XV. Rodeado de verdes campos y caseríos forma una estampa rural típica de la isla.

Mi pareja quería conocer Menorca y las raíces mediterráneas que marcaron a Camus en su infancia. A pesar de vivir en Argelia y Francia, fue criado por dos mujeres, su madre, Catalina Sintes,  y su abuela que se establecieron en la colonia francesa. De su abuela, Catalina Cardona, nacida en San Luis, destacaba su carácter fuerte y decidido.

Acabamos de llegar al pueblo. Un antiguo molino con las aspas al viento nos da la bienvenida. Es uno de los 3 molinos que, durante 200 años, destacaron en esta villa de casas pequeñas y calles rectas. Ahora es el Museo Etnológico Molí de Dalt y alberga una interesante colección de herramientas del campo, de oficios ya desaparecidos y de la vida doméstica tradicional del campo menorquín.

A Camus

Comenzamos el recorrido. Primero visitamos el teatro que, en recuerdo de Albert Camus, concentra las actividades culturales del pueblo. Nos llama la atención su fachada blanca con relieves de bocas y frases típicas menorquinas. Es probable que Camus conociera alguna de estas expresiones. En su casa hablaban menorquín y francés.

Cerca está la iglesia que fue el origen del pueblo de San Luis ya que alrededor de ella se comenzaron a construir las primeras casas en 1762. Damos un paseo hasta el lugar donde una paloma señala varios caminos al mar. ¿Hacia dónde vamos?. Camus, en su libro póstumo, El primer hombre, recuerda sus raíces menorquinas y habla del Mediterráneo que bañó su infancia.

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Hemos decidido acercarnos a Binibeca. Hace un día soleado que se refleja en las fachadas blancas de las casas. Sus estrechos callejones, llenos de gente en verano, están ahora desiertos y el silencio se siente en las esquinas. Este pueblo de pescadores es cita obligada si visitas Menorca. El mar está hoy tranquilo y de un intenso color azul. Sentados en la arena pensamos que es el mismo Mediterráneo que fascinó a Camus y que le hizo escribir: “Crecí en el mar y la pobreza fue para mí fastuosa; después perdí el mar, todos los lujos me parecieron grises, la miseria intolerable. Desde entonces espero.”

Camus fue uno de los miles de descendientes de menorquines que, tras la independencia de Argelia, se trasladaron a vivir a los pueblos del sur de Francia. A ellos, como a todos los europeos que fueron repatriados del país africano, les llamaron “pied noirs”.

Monte Toro

El recuerdo de estos menorquines nos lleva hasta Monte Toro. Subimos en coche por la serpenteante carretera. Ya nos encontramos en el punto más alto de la isla, a 358 metros de altura. Desde aquí se ve toda la isla y, por primera vez, somos conscientes de que nos encontramos rodeados de mar por todas partes. La claridad del día nos permite ver claramente la bahía de Fornells, azul, y a su lado la Mola de intenso color verde.

La vista es maravillosa. Estamos en el centro geográfico de Menorca. El lugar que los pied noirs descendientes de menorquines eligieron para colocar una pequeña escultura, una alegoría a los emigrantes.

Cerca del santuario de la Virgen de Monte Toro se erige la figura en piedra de una mujer en pie, preparada para dar un paso adelante, mirando al horizonte y con el pelo al viento. Esculpida por la escultora francesa, residente en Ciutadella, Leticia Lara, representa la decisión de esas personas que dejan su tierra en busca de nuevos proyectos que mejoren su vida. Como hizo la familia de Camus.

Camus el Toro grande

@menorcaguides

Aunque aquí se recuerda a este prestigioso escritor y su vinculación a la isla, no se sabe con certeza si Albert Camus visitó Menorca en el transcurso de su vida o si su temprana muerte, con 46 años, truncó su viaje a la isla que vio nacer a una de las personas más importantes para él y que marcó su infancia: su abuela, Catalina Cardona.

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