En Menorca, a la orilla del mar, soñarás

Un baño al amanecer en las tranquilas aguas del Mediterráneo. Desayunar a la orilla del mar mientras el sol comienza a recorrer el cielo. Ya se ve movimiento en las barcas fondeadas. Se preparan para salir a pescar.

Comienza el día. A cuatro metros el mar oscila lentamente. Cojo un libro y me relajo con la lectura hasta que el calor del sol me obliga a guarecerme a la sombra. Cierro los ojos y recuerdo los días que hemos pasado en familia en este maravilloso lugar.

Estoy en una “caseta de vorera”, una pequeña edificación tradicional de Menorca construida a la orilla del mar que servía de refugio a los pescadores. Guardaban aquí sus aparejos y la barca para protegerlos del mal tiempo.

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200 casetas centenarias

La vida en Menorca está necesariamente ligada al mar y una de las aficiones más practicadas por niños y mayores es la pesca. Por esto, desperdigadas por la costa, encontrarás estas casetas de piedra, vestigio de antiguas costumbres.

Hay casi 200 construcciones de este tipo en la isla. La mayoría son centenarias. El lugar ideal para pasar el fin de semana con la familia o los amigos. Tranquilidad y un montón de actividades para hacer: pasear por la orilla, recoger piedras de colores, hacer un ramito de romero para aromatizar la comida, pescar… y un buen chapuzón en el mar.

Excavadas en la roca

Algunas de estas casetas están directamente excavadas en la roca. Su antigua función de albergue para las barcas se tornó pronto en lugar de reunión. Había que salir muy temprano a pescar así que dormíamos en la caseta y desayunábamos serranos y doncellas recién capturados. ¡Un lujo!

Limpiábamos el pescado en la orilla y pequeños peces se acercaban a comer los restos que dejábamos. Disfrutábamos de la naturaleza y del aire libre. Era, y aún es, una manera de vivir que forma parte de la cultura menorquina.

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¿Así comenzó el turismo?

La necesidad de salir de las ciudades, los beneficios de los baños en el mar y del contacto con la naturaleza podrían ser el inicio de una de las costumbres que se ha hecho habitual y multitudinaria: el turismo.

El menorquín se desplazaba, aún lo hace, a dos kilómetros de su casa para disfrutar de un fin de semana de tranquilidad y pesca. Ahora miles de personas se acercan a Menorca para saborear la experiencia de tumbarse al sol, dejarse llevar por la cadencia de una forma de vivir suave, sin prisas, aprovechando todo lo que la isla les ofrece: sol y mar, campo, cultura y tradición, la huella de un pasado prehistórico y los recuerdos de varias civilizaciones, una rica y variada gastronomía, …

Las “casetas de vorera” son el testimonio de esta filosofía de vida, de los valores que más se aprecian en la isla. Una popular canción menorquina lo refleja con esta letra:

Yo tenía una caseta a la orilla del mar,
yo tenía un jardín florido y un cielo de paz,
yo tenía una barca
y unas redes en la playa
y un dulce amanecer al despertar.

¿Vienes con tu familia, con tus amigos, con tu pareja? Menorca tiene planes para todos los gustos. Siempre cerca del mar. Como en la “caseta de vorera”, sin lujos, porque el lujo está en la riqueza de un paisaje que te relajará y te hará soñar. ¿Crees que existe el paraíso?

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